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domingo, 21 de abril de 2013

Apertura mental


Apertura mental

Cuando nos abrimos a la experiencia de un viaje en el cual buscamos re-encontrarnos con nosotros mismos, y poder hallar nuevamente dirección para nuestro andar, muchas veces tenemos que abrir nuestro interior a situaciones nuevas, diferentes a lo conocido y en consecuencia a lo seguro.
Lo que nos brinda seguridad es esa “ZONA DE COMFORT” en la vida donde todo funciona de acuerdo a nuestros parámetros. Donde no hay mayor conflicto, ya que tenemos las cosas bajo cierto “control” y lo único que afecta es la circunstancia externa diaria, pero que se encuentra contra el muro de un “yo” bien cimentado. Sin embargo,  hay un momento determinado, en el cual nuestras bases son sacudidas y tenemos dos opciones:

1- Tener una actitud desentendida completamente, y seguir el camino como veníamos
2- Analizar qué es lo que debemos cambiar para poder incorporarnos a una fase entrante en nuestra vida.

Cuando uno elige la segunda opción tiene que poseer una clara actitud de humildad para poder escuchar las opiniones ajenas y realizar lo que se dice “tomar lo bueno y desechar lo malo”, aunque en general lo “bueno y lo malo” están por defecto definidos por nuestros parámetros infundados previamente, con lo cual si no ajustamos esto primeramente, no van a generarse cambios radicales.
La cuestión, volviendo al principio del relato, es que al cruzarme en aquel viaje con diferentes personas, de culturas diferentes, de países y formaciones distintas (no solo culturales, sino religiosas, o vivenciales simplemente) pude ver los conceptos que ellos tenían de dios.
Menciono a dios, porque la fe es el centro de mi existencia, y no por darle un tono de misticismo a lo relatado sino que cuando uno encuentra en dios el camino de proyección para su vida y para lo que uno debe hacer en relación al mundo que nos rodea, eso se vuelve esencial para la vida misma y es el eje en si de lo que somos y hacemos.
Entonces, finalizada la aclaración, en el medio de el contacto con ellos, comencé a percibir que había fe en corazones que habían sido reprimidos y desilusionados por la religión, que continua habiendo esperanza en personas cuyos sueños fueron arruinados por un engaño de la estructura religiosa impuesta por un conjunto de personas egoístas y ambiciosas de poder. Eso puntualmente, me infundió aliento para entender que dios me había llevado con un objetivo claro, y era el de aprender mutuamente con estas personas. Nuestras conversaciones derrochaban ese anhelo de conocimiento, de ahondar en las aguas de encontrarle sentido y plenitud a nuestros días presentes y futuros, basados en hacer de ellos cosas significantes, con relevancia.
 Fueron momentos plenos, y sentí que eso fue HACER IGLESIA. Invocar a dios en un café, en un colectivo, en las calles, en un cine, en un auto, en la playa, más que en una liturgia estructurada que ya conocemos. Esto fue trascendente, fue un salto a no prejuzgar, fue un inicio no solo a escuchar, sino a entender, a conectarse con el centro de personas que en la multitud se sienten ignoradas por sentir este tipo de interés, cuya vida no está basada en adornarse de lo material, gente que aunque luzca como uno más entre los habitantes de una ciudad, me han enseñado cosas que grandes líderes no han podido.
Ellos son los personajes olvidados, pero que hacen la diferencia. Son una especie de libros vivientes de experiencias propias, de las cuales han sacado sus propias conclusiones. Individuos que buscan la verdad, que persiguen un ideal, el cual sabemos que desemboca en uno solo, en dios.

Escrito por Antonela.bk

Como bien expreso la autora del relato, el abrir la mente puede cambiarnos la vida de manera significante y hacerla mucho mas interesante y plena. La verdadera felicidad es la que trae la verdadera libertad, esa libertad que las religiones o dogmas no pueden brindarnos.

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